sábado, 22 de febrero de 2020

¿Te acordas cuando me cantabas Rubí de babasonicos al oído mientras me abrazabas y entre nosotros dos había una panza de siete meses?
¿Qué paso con eso?
Nos amamos tan intensa y brevemente que también nos equivocamos y nos lastimamos muy rápido.
Me cuesta entender como se pueden tirar tantos años de amor a la basura.

  1. Es mi inmadura credulidad.

¿Acaso el amor es algo descartable?
Cuando los sentimientos románticos desaparecen y ya paso mucha agua por el río...
¿dónde queda todo eso? ¿en que lugar se aloja a la historia?
Me resulta imposible entender que ese amor no trascienda y se transforme en otra cosa.
Querer ser feliz solo o acompañado de otro.
Amistad, compañerismo.
La sensación de estar constantemente en un ring es agobiante.
Pero no voy a perder por knock out.
Me caigo y me vuelvo a levantar cada día y a cada hora.

domingo, 9 de diciembre de 2018

En algún momento de mi vida, de mis días, más allá de las obligaciones, de los asuntos cotidianos que ocupan lugar en mi mente o me mantienen distraída, siempre tengo un pequeño momento para pensar.
Desde que tengo memoria acostumbro meditarlo todo, o analizarlo.
Necesito esa explicación a todo lo que me sucede.
En ese intervalo diminuto e íntimo que tengo para mí, pude llegar a una conclusión un tanto dura pero realista...
Caí en la verdad de reconocer, de mirarme por dentro y aceptarlo: soy adicta a todo lo que me genera placer.
No solo a placeres superfluos.
Soy una persona viciosa y lo admito. Siempre quiero más.
Más estímulos, más químicos, más cigarrillos, más sexo, más música.
Entonces me cuestiono si es algo realmente malo o si debo aprender a sobrevivir con ello.

Hace pocos días adquirí un libro de José Sbarra (mi escritor predilecto) y me resultó inevitable sentirme identificada con uno de sus poemas.
Por eso deseo compartirlo, siento que resume todos esos pensamientos sobre mí misma, en pocas y hermosas palabras...




De todo lo que conoci quiero mas
mas nieve, mas fuego
mas sexo, mas calma
de toda la locura quiero mas
y de toda la pureza quiero mas
mas honor y mas deshonra
mas virtud y mas bajeza
de todo lo que amé quiero mas
de lo que aun no he probado quiero mas
de todos los excesos quiero mas
mas dolor
mas placer
quiero mas
y cuando me muera
como una rafaga y como una suplica
saldra de mi boca la palabra mas

viernes, 6 de marzo de 2015

ORIGAMI - Marcos.

Observó una por una las tramas del empapelado en las paredes, el juego de té sucio en el extremo de la habitación, la vieja foto mal colgada del niño de apariencia fantasmal, el movimiento que Santiago hacía con los labios luego de cada pitada y como la mano de Camille peinaba el cabello de Nazareno.
Decidió salir a caminar, visitar a sus viejos amigos solía aburrirlo. Tomó su bufanda y abrigo… revisó los bolsillos: dos o tres billetes abollados, alguna que otra moneda y la envoltura de un capitán del espacio lo acompañaron esa tarde fría de Mayo.
Nada le parecía más sublime y liberador que oír hojas secas pisoteadas contra el asfalto. Deleitó aquel sonido durante diez largas cuadras hasta llegar al parque. Se sentó en el mismo banco donde solía comer algodón de azúcar con su madre todos los viernes al salir de la escuela cuando era niño.
Luego de su muerte visitaba ese parque por lo menos una vez por semana y repetía ese viejo ritual en soledad, pensando en su niñez, recordando con melancolía a la mujer que más lo amó (quizá la única).
Resultaba una imagen extraña para quienes lo veían con los dedos enchastrados de azúcar y su apariencia adulta. Era un hombre alto de cuerpo robusto, barba despareja, enormes anteojos que parecían heredados de un tío abuelo y siempre vestido con un largo tapado que ocultaba su figura. Un hombre solitario, joven (pero con un espíritu cansado) y silencioso observador.
Sentado allí, frotando sus manos para calentarlas un poco, descubrió en el bolsillo del interior de su abrigo un libro. Arrancó la primera hoja en blanco, hizo una pequeña grulla de papel, la dejó a su izquierda (como si ésta lo estuviese acompañando) y comenzó a leer. Segundos, minutos y horas que pasaron velozmente, quedaron entre las hojas de “Frascos de mermelada” y al ver que se aproximaban las oscuras siete de la tarde del otoño, se enroscó la  bufanda y emprendió la vuelta a casa.
En el camino recordó la grulla, pensó en China, lo que lo llevó a recordar a la asiática de tetas grandes de la triple X que miró el sábado. Porque en eso se basaban sus fines de semana hace casi dos meses desde que su novia lo dejó: cerveza, porno y paja. Se rió e hizo una mueca diciéndose por lo bajo: “sos un tipo patético”.



Lucila J.

miércoles, 14 de enero de 2015

mú si ca

Está todo el tiempo aquí, me abraza y me sumerjo entre líneas y espacios infinitos.

Me dejo llevar en el remolino de sus claves.
No existe exterior, enciende mi luz.

Logra conectarme con todo. 
Mi gran eterno primer amor.



Lucila J.

martes, 23 de diciembre de 2014

Todos hablan siempre de lo mismo


Todos hablan siempre de lo mismo
y el 2014 fue un año de mierda
no espero nada del siguiente
ni de vos, ni de mi
no espero.
Prendo un cigarrillo
ese que siempre quise dejar
(pero ya no)
y me siento a escuchar el sonido de la vida
ese que algunos saben bailar
y yo solo trato de entender.



Lucila J.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Para escuchar con audífonos - J.C.

... "Escucho desde los audífonos la grabación de un cuarteto de Bartok, y siento desde lo más hondo un puro contacto con esa música que se cumple en su tiempo propio y simultáneamente en el mío. Pero después, pensando en el disco que duerme ya en su estante junto con tantos otros, empiezo a imaginar decursos, puentes, etapas, y es el vértigo frente a ese proceso cuyo término he sido una vez más hace unos minutos. Imposible describirlo- o meramente seguirlo- en todos sus pasos, pero acaso se pueden ver las eminencias, los picos del complejísimo gráfico. Principia por un músico húngaro que inventa, transmuta y comunica una estructura sonora bajo la forma de un cuarteto de cuerdas. A través de mecanismos sensoriales y estéticos, y de la técnica de su transcripción inteligible, esa estructura se cifra en el papel pentagramado que un día será leído y escogido por cuatro instrumentistas; operando a la inversa el proceso de creación, estos músicos transmutarán los signos de la partitura en materia sonora. A partir de ese retorno a la fuente original, el camino se proyectará hacia adelante; múltiples fenómenos físicos nacidos de violines y violoncellos convertirán los signos musicales en elementos acústicos que serán captados por un micrófono y transformados en impulsos eléctricos; estos serán a su vez convertidos en vibraciones mecánicas que impresionarán una placa fonográfica de la que saldrá el disco que ahora duerme en su estante. Por su parte el disco ha sido objeto de una lectura mecánica, provocando las vibraciones de un diamante en el surco (ese momento es el más prodigioso en el plano material, el más inconcebible en términos no científicos), y entra ahora en juego un sistema electrónico de traducción de los impulsos a señales acústicas, su devolución al campo del sonido a través de altavoces o de audífonos más allá de los cuales los oídos están esperando en su condición de micrófonos para a su vez comunicar los signos sonoros a un laboratorio central del que en el fondo no tenemos la menor idea útil, pero que hace media hora me ha dado el cuarteto de Bela Bartok en el otro vertiginoso extremo de ese recorrido que a pocos se les ocurre imaginar mientras escuchan discos como si fuera la cosa más sencilla de este mundo.

    Cuando entro en mi audífono, 

cuando las manos lo calzan en la cabeza con cuidado 

porque tengo una cabeza delicada 

y además y sobre todo los audífonos son delicados, 

es curioso que la impresión sea la contraria, 

soy yo el que entra en mi audífono, el que asoma la 

cabeza a una noche diferente, a una oscuridad otra. 

Afuera nada parece haber cambiado, el salón con sus lámparas,

Carol que lee un libro dc Virginia Woolf en el sillón de enfrente,

los cigarrillos, Flanelle que juega con una pelota de papel,

lo mismo, lo de ahí, lo nuestro, una noche más.

y ya nada es lo mismo porque el silencio del afuera amortiguado

por los aros de caucho que las manos ajustan 

cede a un silencio diferente,

un silencio interior, el planetario flotante de la sangre, 

la caverna del cráneo, los oídos abriéndose a otra escucha,

y apenas puesto el disco ese silencio como de viva espera,

un terciopelo de silencio, un tacto de silencio, algo que tiene

de flotación intergaláxica, dc música de esferas, un silencio

que es un jadeo silencio, un silencioso frote de grillos estelares,

una concentración de espera (apenas dos, cuatro segundos), ya la aguja

corre por el silencio previo y lo concentra 

en una felpa negra (a veces roja o verde), un silencio fosfeno

hasta que estalla la primera nota o un acorde 

también adentro, de mi lado, la música en el centro del 

cráneo de cristal  

que vi en el British Museum, que contenía el cosmos 

centelleante

en lo más hondo de la transparencia, así

la música no viene del audífono, es como si surgiera de mí mismo, 

soy mi oyente,

espacio puro en el que late el ritmo

y urde la melodía su progresiva telaraña en pleno 

centro de la gruta negra.

     Cómo no pensar, después, que de alguna manera la poesía es una palabra que se escucha con audífonos invisibles apenas el poema comienza a ejercer su encantamiento. Podernos abstraernos con un cuento o una novela, vivirlos en un plano que es más suyo que nuestro en el tiempo de lectura, pero el sistema de comunicación se mantiene ligado al de la vida circundante, la información sigue siendo información por más estética, elíptica, simbólica que se vuelva. En cambio el poema comunica el poema, y no quiere ni puede comunicar otra cosa. Su razón de nacer y de ser lo vuelve interiorización de una interioridad, exactamente como los audífonos que eliminan el puente de fuera hacia adentro y viceversa para crear un estado exclusivamente interno, presencia y vivencia de la música que parece venir desde lo hondo de la caverna negra".

domingo, 1 de junio de 2014

Almendra naufraga

Otra vez son las seis AM y Almendra no concilia el sueño. El sollozo no la deja dormir, la tortura.

Su cama es como un minúsculo barco de papel  y un inmenso mar de lágrimas su gran amenaza.
Esconder su rostro bajo las sábanas ya no cura sus heridas ni la salva de los monstruos como cuando niña.

Mientras tanto Fermín la piensa en un tren rumbo a Rosario.
El es el único que puede salvarla de aquel naufragio. Pero fue cobarde, decidió huir.

¿Cómo hace ella para remar en aquel mar?
Allí ... en su cama (su barco de papel mojado a punto de hacerse pedazos).
Ese barco que alguna vez fue una nube donde dormía junto a él. Donde él contaba los lunares de su espalda y ella besaba sus cicatrices.

Escribe en su cama y sabe que es muy mala con eso. Imagina que se llama Almendra y su reciente viejo amor Fermín. ¿Que otra cosa puede hacer uno mientras se sumerge en las aguas del desamor?





Lucila J.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Lo ligero de una pestaña




 Hay momentos y lugares que esperan por nosotros y que aún están escondidos para nuestros ojos.

Cuando apreciemos lo elevado de lo simple entonces estaremos cómodos en el mismísimo barro y podremos salir caminando ni bien nos lo propongamos.

Estoy aprendiendo a querer  lo ligero de una pestaña y aceptar el peso de la muerte.

Una fantasía con los ojos semiabiertos,
  una ilusión que abrazo desde tiempos eternos.




Estoy acá,                                                                                estoy allá.

Una sombra transparente perdiéndose en un océano,
  un mar
un río
       un charquito que es golpeado por las últimas gotas de una lluvia de marzo.







Lucila J.

jueves, 17 de octubre de 2013

"... Ser artista es: no calcular, no contar, sino madurar como el árbol que no apremia su savia, mas permanece tranquilo y confiado bajo las tormentas de la primavera, sin temor a que tras ella tal vez nunca pueda llegar otro verano. A pesar de todo, el verano llega. Pero sólo para quienes sepan tener paciencia, y vivir con ánimo tan tranquilo, sereno, anchuroso, como si ante ellos se extendiera la eternidad. Esto lo aprendo yo cada día. Lo aprendo entre sufrimientos, a los que, por ello, quedo agradecido. ¡La paciencia lo es todo!"

miércoles, 9 de octubre de 2013

Tengo en mis manos un fragmento de carne hueco por dentro, 
sangrando e intentado latir entre mis dedos. 
Ahora solo sé que mentira es verdad y la verdad no existe.
Te fuiste cuatro y media y a las cinco comencé a gritar.
Es como si la soledad tuviese dientes afilados que muerden vigorosamente
inoculando su veneno en las noches frías que divagan en las calles.
Y ahí es cuando empieza ...
la cabeza que no piensa demasiado
el pecho que se agita
el par de pies que no avanza
las horas eternas 
y las ganas inauditas de morir o estar muy drogadx.
Me jacto de mi mediocridad
fumo
&
me desvelo en las cuatro paredes de este rincón del mundo.




Lucila J.




lunes, 30 de septiembre de 2013

Aquí estoy
  en la orilla de un río ...
    Sacudo paranoias de mi cabeza,
      las dejo caer,
         la arena las esconde en su efecto absorbente.



Lucila J.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Merodeo espacios insólitos, perturbado e insano, recojo pedazos de mi ser derrumbado. Arrodillado, en el suelo de una estación tomo lo que alcanzan mis manos. Absurdamente me levanto con la frente en alto y ellos me miran, murmuran, se sonríen cínicamente.

Ignorándolos, con prisa corro el último tren con un cigarrillo entre mis dedos que luego dejo caer en las sucias vías. Ellos me miran, murmuran, se sonríen cínicamente, no dejan de hacerlo.

Subo exhausto, penúltimo vagón, mi pecho agitado despide su tos ronca de fumador. Armo camino a casa esos trozos de hombre solitario y ellos me miran, murmuran, se sonríen cínicamente.

Bajo apurado, nervioso y paranoico cruzo la calle mientras enciendo otro cigarrillo, converso conmigo mismo en voz alta y ellos me miran, murmuran, se sonríen cínicamente.

Cada vez más cerca de mi hogar, tomo el ascensor, mis manos transpiran… aún guardo pedazos de mi en el bolsillo izquierdo del gamulán y ellos… ellos me miran, murmuran, se sonríen cínicamente.

Busco las llaves y abro la puerta, me siento, apoyo mis codos sobre mis rodillas, tiro fuerte de mi pelo, me quiebro y me largo a llorar.

Son ellos que me miran…

Pedazos de mí que me miran como a un desconocido. Me miran, murmuran, se sonríen cínicamente.


Soy yo que me miro, rozando la locura y no se quien soy.





Lucila J.

martes, 3 de septiembre de 2013

"Tenemos que obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños, hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible, hasta realizarnos y descubrirnos que el paraíso estaba ahí, a la vuelta de todas las esquinas."





viernes, 31 de mayo de 2013

Quisiera jugar en tu cama 

cada día a cada hora

Como si el tiempo no existiera para nosotros

como si el cosmos se evaporase con cada húmedo beso sobre la piel.

Jugar con vos como dos niños despreocupados

dedicados tan solo a disfrutar el momento como si no fuésemos a crecer jamás.

Sentir tus manos tomándome por la cintura


invitándome a un mundo lujurioso


Enterrar mis uñas en tu espalda y poco a poco desgarrarla


y que con sutil lentitud y pasión entregues tus tórridos labios.


O tan solo memorizar cada parte de tu cuerpo así como se recuerda un poema leído cientos de veces






Lucila J.

miércoles, 20 de marzo de 2013


Hay tormenta. Un nubarrón de sentimientos. Mi alma descansa bajo los cimientos de mi corazón, creo que ya perdí  la razón e intento olvidar mi nombre…  viajar por el cosmos. Pero veo el reflejo de mi rostro en los ojos de cada hombre.

Realmente detesto este disfraz de ser humano que me tocó llevar puesto. Quisiera ser cualquier animal, menos éste, desesperado destructor, carente de valores verdaderos, incrédulo dueño de un alma inquietante que deambula vagamente por escombros del sueño de lo que pudo haber sido.

Ahora me exilio del disfraz, lo doblo y lo pongo debajo de la almohada, mis párpados cansados se dejan caer  esperando a elevarme tan alto hasta jamás retornar. Pero vuelvo a abrir mis ojos y me encuentro con el techo de mi habitación, otra vez.  Esta mañana será diferente, no volveré a tropezar mi vista con la azotea.  Le daré fin a aquel  disfraz, descubriré el ácido y dulce sabor del deceso.



Lucila J.

lunes, 25 de febrero de 2013


El amor tiene muchas caras y si uno ama, ha de ser lo bastante fuerte para contemplarlas todas.

El amor a veces asquea, el amor nos puede condenar para toda la eternidad.

El amor nos llevará al infierno. Pero si tenemos suerte, mucha suerte, nos traerá de vuelta.



Mark Rowlands 

martes, 27 de noviembre de 2012

әʇiәlәp



Deleitame
para crearte las canciones más bellas,
para endulzarte los oídos con mi voz.
No hay mejor inspiración para un artista
que el amor,
la belleza de lo cotidiano.
Para mi esa belleza
es verme en tus ojos
no quiero irme nunca de ahí.

martes, 16 de octubre de 2012

Una carta de amor

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,
       
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
       
todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.
       
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
       

y que el placer que juntos inventamos

sea otro signo de la libertad.



viernes, 10 de agosto de 2012


Quiero olvidar quien fui, quien soy y quién seré...  construir un muro blanco en mi mente, dejar atrás mi historia nunca escrita.

Mi lado egoísta predomina, quiero abandonar el mundo, trascender a alguna galaxia quizá mejor donde haya cualquier dogma al que se aferre el débil, tan solo para evitar pensar en mi existencia.


Olvidarme de mi, olvidarme de nosotros y de ellos.
Morir queriendo ser libre ...



Lucila J.

lunes, 23 de julio de 2012

ɹɐq un uә lᴉɹqɐ әp 0⇂ un



Mesa de bar
arrumacos varios
sonrisas cómplices.

Bebidas insaciables
mujeres extravagantes
hombres vanidosos
apariencias falsas.

Historias sin fin
penas ahogadas
interminables cigarrillos.

Psicodélica música
pupilas dilatadas
luces luciérnagas
flores voladoras.

Cruzamos miradas fijas
aproximación inevitable
entrega inmediata.


Lucila J.

lunes, 16 de julio de 2012


..."Sea lo que sea la felicidad,es un sentimiento de algún tipo. Esto es lo que define a los seres humanos: la eterna y vana búsqueda de sentimientos. Ningún otro animal lo hace. Sólo los seres humanos creen que los sentimientos son tan importantes.
Una consecuencia de esta fijación obsesiva en los sentimientos es que los seres humanos tendemos a la neurosis. Esto se da cuando la fijación pasa de generar sentimientos a analizarlos. ¿Eres realmente feliz con la vida que llevas? ¿Entiende bien tu pareja tus necesidades? Desde luego que no hay nada malo en analizar tu vida. La vida es lo único que tenemos, y vivir una buena vida, lo más importante. Sin embargo, es propio de los seres humanos interpretar de manera retorcida la forma que ha de adoptar dicho análisis: pensamos que analizar nuestra vida es exactamente lo mismo que analizar nuestros sentimientos. Y cuando analizamos nuestros sentimientos, cuando miramos en nuestro interior y vemos lo que hay y lo que no, la respuesta a la que llegamos suele ser negativa: no nos sentimos como queremos sentirnos o como creemos que deberíamos. Entonces ¿Qué hacemos? Como buenos yonquis de felicidad que somos, vamos en búsqueda del próximo chute: un amante, un coche nuevo,una casa nueva,una vida nueva ... algo nuevo. Para el yonqui la felicidad siempre va unida a lo nuevo y exótico en lugar de a lo viejo y familiar.
En suma, quizá la definición más clara y sencilla de la especie humana sea ésta: los humanos son los animales que rinden culto a los sentimientos".


EL FILÓSOFO Y EL LOBO
     Mark Rowlands

martes, 8 de mayo de 2012

... "No se trata de pasar el tiempo, sino de vivirlo bien. La aparente contradicción que encierra ese "haz lo que quieras" no es sino un reflejo del problema esencial de la libertad misma: a saber, que no somos libres de no ser libres, que no tenemos más remedio que serlo. ¿Y si me dices que ya está bien, que estás harto y que no quieres seguir siendo libre? ¿Y si decides entragarte como esclavo al mejor postor o jurar que obedecerás en todo y para siempre tal o cual tirano? Pues lo harías porque quieres, en uso de tu libertad y aunque obedezcas a otro o te dejes llevar por la masa seguirás actuando tal como prefieres: no renunciarás a elegir, sino que habrás elegido no elegir por ti mismo. Por eso un filósofo francés de nuestro siglo, Jean-Paul Sartre, dijo que "estamos condenados a la liberad". Para esa condena, no hay indulto que valga " ...



ÉTICA PARA AMADOR
 Fernando Savater

jueves, 26 de abril de 2012

"Amar es querer la libertad, la completa independencia de
otro; el primer acto del verdadero amor es la emancipación
completa del objeto que se ama; no se puede amar verdaderamente
más que a un ser perfectamente libre, independiente, no
sólo de todos los demás, sino aun y sobre todo de aquel de
quien se es amado y a quien se ama."



CARTA A PABLO
Mijail Bakunin

lunes, 4 de abril de 2011

No quiero de ningún modo destruir este mundo acolchonado que me construí, es mi mundo. Mis amistades son falsas, nacidas de la casualidad y alimentadas en la mediocridad, son tan poco intensas ... Quiero amor, diario. Quiero sentir como se derrite de mi corazón y quiero ver las estalactitas de mi hielo romperse y hundirse en el río de la pasión, de la belleza.
Lo se, vivo en continuo conflicto conmigo misma: hay días en los que estar en medio de los demás me ayuda y siento que lo único que puede satisfacerme es estar sola, completamente sola.
Sé que esta noche alguien vivirá más que yo. Y yo me quedaré dentro de esta habitación escuchando el sonido de la vida, lo escucharé hasta que el sueño me abrace.
Bien, ahora tengo que besarte, tengo que robar esa sonrisa y estamparla para siempre en mis labios. Me hace enloquecer.