Tengo en mis manos un fragmento de carne hueco por dentro,
sangrando e intentado latir entre mis dedos.
Ahora solo sé que mentira es verdad y la verdad no existe.
Te fuiste cuatro y media y a las cinco comencé a gritar.
Es como si la soledad tuviese dientes afilados que muerden vigorosamente
inoculando su veneno en las noches frías que divagan en las calles.
Y ahí es cuando empieza ...
la cabeza que no piensa demasiado
el pecho que se agita
el par de pies que no avanza
las horas eternas
y las ganas inauditas de morir o estar muy drogadx.
Me jacto de mi mediocridad
fumo
&
me desvelo en las cuatro paredes de este rincón del mundo.
Lucila J.
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