miércoles, 20 de marzo de 2013


Hay tormenta. Un nubarrón de sentimientos. Mi alma descansa bajo los cimientos de mi corazón, creo que ya perdí  la razón e intento olvidar mi nombre…  viajar por el cosmos. Pero veo el reflejo de mi rostro en los ojos de cada hombre.

Realmente detesto este disfraz de ser humano que me tocó llevar puesto. Quisiera ser cualquier animal, menos éste, desesperado destructor, carente de valores verdaderos, incrédulo dueño de un alma inquietante que deambula vagamente por escombros del sueño de lo que pudo haber sido.

Ahora me exilio del disfraz, lo doblo y lo pongo debajo de la almohada, mis párpados cansados se dejan caer  esperando a elevarme tan alto hasta jamás retornar. Pero vuelvo a abrir mis ojos y me encuentro con el techo de mi habitación, otra vez.  Esta mañana será diferente, no volveré a tropezar mi vista con la azotea.  Le daré fin a aquel  disfraz, descubriré el ácido y dulce sabor del deceso.



Lucila J.