domingo, 9 de diciembre de 2018

En algún momento de mi vida, de mis días, más allá de las obligaciones, de los asuntos cotidianos que ocupan lugar en mi mente o me mantienen distraída, siempre tengo un pequeño momento para pensar.
Desde que tengo memoria acostumbro meditarlo todo, o analizarlo.
Necesito esa explicación a todo lo que me sucede.
En ese intervalo diminuto e íntimo que tengo para mí, pude llegar a una conclusión un tanto dura pero realista...
Caí en la verdad de reconocer, de mirarme por dentro y aceptarlo: soy adicta a todo lo que me genera placer.
No solo a placeres superfluos.
Soy una persona viciosa y lo admito. Siempre quiero más.
Más estímulos, más químicos, más cigarrillos, más sexo, más música.
Entonces me cuestiono si es algo realmente malo o si debo aprender a sobrevivir con ello.

Hace pocos días adquirí un libro de José Sbarra (mi escritor predilecto) y me resultó inevitable sentirme identificada con uno de sus poemas.
Por eso deseo compartirlo, siento que resume todos esos pensamientos sobre mí misma, en pocas y hermosas palabras...




De todo lo que conoci quiero mas
mas nieve, mas fuego
mas sexo, mas calma
de toda la locura quiero mas
y de toda la pureza quiero mas
mas honor y mas deshonra
mas virtud y mas bajeza
de todo lo que amé quiero mas
de lo que aun no he probado quiero mas
de todos los excesos quiero mas
mas dolor
mas placer
quiero mas
y cuando me muera
como una rafaga y como una suplica
saldra de mi boca la palabra mas

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